Un adios a Silvio Berlusconi, acaba de fallecer el líder de Fuerza Italia

Ni la historia, por más increíble que sea, tiene un final. Y el momento en que todo termina debe ser contado. Las celebraciones y las condenas deben dejarse a apologistas y detractores.  A nosotros, los comunicadores sociales, nos corresponde el deber de limitarnos a la crónica, incluso en el caso de historias increíbles. La de Silvio Berlusconi, sin lugar a dudas, lo fue.

Sobre todo porque fue el presidente del Consejo de Ministros con más tiempo en el cargo en la historia de la República italiana (3339 días). Más que Andreotti, De Gasperi, Moro, Craxi (a quien tomó como ejemplo desde su “entrada en el campo político”). Pero también fue, al mismo tiempo, el político más controvertido, más odiado, más criticado, más discutido. Y, para la mitad de los italianos, más amado. Silvio Berlusconi, el Caballero por excelencia, falleció esta mañana a las 9:30 en el Hospital San Raffaele de Milán, donde había sido hospitalizado desde el viernes.

Una vida, la suya, imposible de resumir en juicios definitivos, enumerando las muchas hazañas, políticas y no políticas, en las que se convirtió en protagonista. Los problemas de salud, que comenzaron a afectarlo hace muchos años, siempre fueron el contrapunto de continuos renacimientos, resurrecciones inesperadas y regresos sistemáticos. Cáncer de próstata, bypass, uveítis, COVID, neumonía, leucemia: Silvio Berlusconi ha librado muchas batallas. Quizás las más difíciles fueron precisamente aquellas contra la enfermedad, el deterioro físico, el inexorable paso del tiempo y el envejecimiento. Y cada vez más cerca de la muerte; que finalmente, también para él, llegó hoy.

Quienes lo han apoyado, votado y elogiado; quienes han compartido su acción política, sus proyectos de gobierno del país; quienes han creído en sus promesas, quienes se han identificado con el “milagro italiano” que aseguró al fundar Forza Italia, ahora lloran al hombre de gobierno, al estadista, al protagonista indiscutible de treinta años de historia nacional, no solo política. Por otro lado, aquellos que lo han criticado, aquellos que nunca han marcado una cruz en el símbolo de Forza Italia y en su nombre en el secreto de la urna, tal vez ahora puedan reflexionar sobre cómo ha evolucionado su figura de dominus de la escena política italiana durante al menos dos décadas.

Una figura, la suya, sin duda divisiva: es imposible permanecer indiferente ante las muchas caras que ha mostrado a los electores y ciudadanos a lo largo del tiempo. O se le amaba o se le odiaba. Especialmente en pleno apogeo del berlusconismo, término que ha ingresado en los diccionarios y enciclopedias para referirse a una etapa de la historia de Italia en la que política, espíritu de la época, actitudes, cultura y mucho más se han mezclado. En resumen, el berlusconismo como una época de gobierno. O más bien, de sus gobiernos, de sus victorias y de sus caídas. Inolvidables fueron las feroces batallas con la oposición, dentro y fuera de las cámaras parlamentarias: sobre justicia, falsificación de balances, sistema radiotelevisivo, educación, migración, reforma constitucional

 

fuente foto: fanpage.it